agua_profunda
Foto(s): Cortesía

Espacios cotidianos en la plástica de la oaxaqueña Esther L. Padilla

Redacción

José Manuel Cruz Carrasco y Hugo Arreola

Este texto se forma como un acorde mayor. Tres notas. La nota tonal, la voz de la artista; la tercera, la voz de José Carrasco que da el carácter y relación con la raíz; y de invitado, Hugo Arreola como una quinta, cerrando la estabilidad y entereza. Luego, las voces, son arpegiadas a lo largo del texto. Habla la artista, habla José, habla Hugo. Es un texto móvil y polifónico.

-H: ¿Qué le ha ocurrido al suelo? ¿Ya despertó la serpiente mostrando sus escamas? Todo el territorio se ha agrietado. El agua superficial se ha evaporado, y la que está en las profundidades se encamina a huir. Seca la tierra, vibra con más fuerza. Las carcasas de miles de seres que alguna vez ahí habitaron suenan como percusiones que animan un baile. Y cien pies se escuchan aproximarse en poliritmos. El aire se vuelve receptor de una infinita nota pedal. Al menos 11 lamentos podemos contar, pero seguro son más de

40. Una criatura los arrastra por el suelo, solo sus cabezas son libres. Se los va a llevar al inframundo, y de camino se encuentran en este espacio liminal. Ya no hay a dónde escapar. Están al límite, están en el borde del mundo, están, como siempre han estado, al margen. Pero, ocurre algo; estos seres condenados, quizá desde el nacimiento, han encontrado las reminiscencias del agua profunda que escapa, atrapada entre las grietas, y en donde su presencia, acaso divina, ha creado hierba, brotes de vida que escapan de la fría corteza y en los que ellos pueden descansar sus cabezas, recuperando con su lengua hasta el último rastro de agua.

-J: De madre oaxaqueña, padre cubano y Texana de nacimiento. El verdadero hogar de Esther se encuentra en los espacios cotidianos, sitios de suma riqueza cultural; las calles por donde caminaba o las centrales de autobús en donde dormía junto con su madre.

Esther, ya adulta, jamás consideró irse del país. Aún pese a que la situación económica que atravesó durante gran parte de su infancia y adolescencia no era la mejor, hija de madre soltera, y sumado a esto los comentarios de familiares y conocidos que le decían “Vete a E.U.A, ahí vas a estar ganando dólares”. Sin embargo, consideró que la riqueza cultural de México era lo mejor para su vida.

Uno cuando está en un lugar establece ciertas relaciones culturales y ciertas referencias,

¿No? Entonces yo no tengo las referencias (E.U.A), no sé sus frases coloquiales, cómo se expresan, no sé bien el idioma, sí lo hablo, pero de una manera muy sencilla, no lo pronuncio muy bien y tampoco lo estructuro bien, siento que me falta para comunicarme como me gusta comunicarme en español”.

-J: Se declara como una gran admiradora de Tamayo y siente que comparten la apreciación por la cultura prehispánica.

Soy admiradora de Tamayo. Ya después de que no sabía yo de él y me metí ignorante, nada más porque al trazar el dibujo de desnudo sentí paz”.
 

¿Cómo comenzó ese gusto por el arte?
 

-H: Pensar en el camino de Esther por el arte requiere que dejemos atrás una idea arbórea y lineal de los procesos, y que busquemos, más bien, un mapa rizomático. ¿Hay realmente un origen concreto, o de nuevo; al igual que en su obra; tres tiempos confluyen enredándose en el espacio, diluyendo sus bordes?

Desde hace 33 años que estoy en esto, y he estado en muchas de las escuelas de arte que ha habido aquí.” Dice la artista. “Primero empecé en la casa de la cultura, probando diferentes artes hasta que me di cuenta de que lo mío era la pintura.” Nos cuenta que hizo dibujo de desnudo y bodegón. “Yo sentí que la búsqueda había terminado”. Entra a la Escuela de Bellas Artes y después al Tamayo, en lo que ella refiere como hacer las cosas al revés. Redirecciona su pasado. ¿Las pintas de las paredes acaso adelantaban la formación académica? Luego ingresa al ICAPET a especializarse en algunos aspectos de la cerámica.
 

El arte se me atravesó, y en ese momento el arte plástico no era visto como la gran posibilidad que es ahora.” Comenta.
 

-H: Es cierto que el panorama artístico en Oaxaca ha cambiado mucho. Personajes que Esther menciona no haber ni escuchado en su juventud (debido a su contexto) hoy representan casi todo el arte en la zona. Pero también cambió la percepción de lo que el arte podía tomar de su vida, una mina de oro.
 

¿Cómo es el proceso narrativo con el proceso estético o la imagen? ¿Surge un poco a partir primero de una imagen o hay algo más, pues no sé si literario, cómo surge la creación de la obra?
 

Parte 1. Proceso narrativo
 

-J: Todas las piezas de Esther L Padilla parten de lo literario. Es una gran contadora de historias, pero no lo hace a través de la escritura, sino de la plástica. Cosa que es mucho más difícil. En sus pinturas convergen el pasado e incluso posible futuro de la artista. Su obra trasciende lo particular, yendo más allá de lo anecdótico al representar aspectos íntimos de su vida personal y traumas de su infancia y adolescencia.

Se adentra en lo figurativo de manera simbólica, siendo una de las características principales de su trabajo el uso de figuras e imágenes reconocibles.
 

Mis obras son mensajes que se expresan por signos, en los cuales yo expreso las lecturas que hago de filosofía, antropología, sociología, psicología, literarias y de mi propia vida.

-J: La escena, una madre, que bien puede ser la misma madre de la artista, en este cuadro tiene un significado polar. No solo plasma su pasado, a través de la figura materna de su infancia, sino igualmente su futuro. Uno en el que ahora Esther encarna a esa mujer que ya es madre y que, a través de la metáfora, la artista adulta tiene que abrir la caja; un baúl que está cerrado bajo llave. Representando así, todos los pensamientos, sentimientos y vivencias reprimidas que se han guardado en su subconsciente a lo largo de los años y que esperan con ansías la llegada de la ahora, artista futura, para por fin ser liberados y plasmados en su obra actual.

 

Parte 2. Estética
 

-J: La estética en la obra de Esther no solo viene acompañada de anécdota y significado, sino que al mismo tiempo se aparta de los cánones de belleza eurocéntricos al abrazar lo horripilante y lo gótico. Su enfoque se aleja de la mera composición, color y luz, para adentrarse en un terreno más profundo. Está más enfocada en el significado que en la belleza de la obra.
 

Trabaja “escultopintura”, esto con la intención de no limitar las capacidades expresivas a una sola técnica o estilo; y a través de la pintura monocromática, caricatura, elementos de realismo y escultura Esther desafía lo convencional. Su estética podría describirse como una rebelión contra la hegemonía de lo bello, optando así por representar los traumas de su infancia al mismo tiempo que cuestiona la identidad y el ego.

En este cuadro yo partí de la reflexión de que a cualquier persona si tú le preguntas con cuál animal se identifica te dirán un león, un águila, un tigre, por eso hay tantos apellidos con estos animales heroicos. Es el ego que se está expresando a través de significantes que en realidad no tenemos. Entonces yo quise hacer exactamente lo contrario con mi autorretrato y cuestionar mi ego. Así encontré al guajolote. Este fue un símbolo vilipendiado por la cultura colonial española, porque para los indígenas prehispánicos era muy importante. Tenía muchas representaciones estéticas y bellas, ya que la función de la estética dentro de cualquier cultura es dar valor al canon de una comunidad. Pero cuando ocurre el choque entre las dos culturas, el recién estrenado mestizo comienza a renegar de todo lo indígena, como cuando nuestros padres pelean y nos vemos obligados a elegir a uno de ellos. Por su parte, cuando los conquistadores se encuentran con la estética precolombina lo que hacen es colocarle juicios morales para subyugarla, para decir que eso no vale, que eso es demoníaco, y los mestizos, convencidos o no, les creen”.

¿A través del arte ha logrado formar una reconciliación con su pasado?

-J: El trabajo de Esther llega en momentos a ser psicológico, terapéutico. La artista no desea cambiar sus vivencias del pasado alterándolas dentro de su psique, lo cual considera no sea posible. Tan solo busca comprenderlas. Por mucho tiempo se revolvió contra la idea de ser el chivo expiatorio dentro de su familia preguntándose “¿por qué me pasa esto?”, “¿Por qué no me puedo llevar bien con las personas y que no se aprovechen de mi vulnerabilidad?”. -J: Algo con lo que no puedo sentirme más identificado.

Este cuadro es acerca del chivo expiatorio. Yo quería representar una teoría de René Girard. Él explica que cuando un grupo social tiene tensión al interior, para liberarla buscan a un culpable y con el sacrificio que se hace de este chivo expiatorio se solucionan los problemas de esa comunidad. Esta imagen comenzó con las tres mujeres desnudas, cada una con un ambiente, cada una con su propia nube, su propio sol, su propio clima y estas dos (las de la derecha) comparten, digamos más o menos un clima agradable. Igualmente, tienen máscaras porque atrás de eso está su rostro, pero ellas no están como la china (figura de la izquierda), la de ese lado está desnuda, está con su cara real, con una expresión mirando hacia abajo, un poco encogida porque, aunque es grande se encoge para que no se vea que es grande, ¿por qué? porque tiene todo esto encima de ella”. –J: Relaciona los fenómenos de la gentrificación y migración con la teoría del chivo expiatorio, haciendo énfasis en como, a través de la imagen del extranjero, migrante o turista, buscamos expiar todos los problemas que tenemos aquí en Oaxaca.

Esta escultura en la parte de atrás dice: Tu eres el agua del fondo y yo nado en ti. Cuando mi hijo tenía dos años se me queda viendo y me dice, “tú eres el agua del fondo” y entonces me saca de onda, porque estuvo buscando las palabras, o sea, no fue fácil para él, y entonces yo me quedé, pues no sé, me fui para atrás. Cuando él me dice así, yo luego armo toda una exposición y la nombré agua profunda. ¿Cuál es el agua profunda? Es el agua donde una madre va a recoger a sus dos hijos, la fuente de líquido amniótico. Para mí es el agua más profunda y remota que el ser humano puede conocer. Es decir, no hay río, ni lago, ni océano más profundo que el agua donde tú nadas cuando eres apenas nada.

-J: Gracias a su obra plástica Esther ahora puede observar su trabajo desde afuera y decir: “mira qué bonita pintura salió a partir de este trauma que ha sido tan difícil de manejar”.
 

En su obra convergen pasado, presente y futuro. Incluso hay tres elementos, muy curioso, ¿cómo encuentra una armonía entre estos tres?
 

-H: Es difícil encontrar una obra de Esther que se sienta enteramente bidimensional. La artista desde siempre ha estado interesada por la materia de su arte. Desde sus inicios performativos en shows de entretenimiento, hasta sus incursiones en la instalación cuando, y cito: “Nadie hacía instalación”.
 

El ancho y alto del lienzo es solo una dimensión accidental de sus obras. Ella agrega también la profundidad, ya sea en cerámica, mezclando incluso barros de manera heterogénea, pero también en híbridos entre pintura y escultura, o agregando un marco integrado a la obra.
 

Pero no solo es en lo material en donde Esther hace estos artificios, también en la temporalidad. En muchas obras, su pasado dialoga con el presente; se acerca a filósofos como Kant, Spinoza, Sartre, Girard, comienza a transformar sus vivencias del pasado en una mina de oro que puede ser expresada en su arte y mira al futuro con una esperanza que, al menos a nosotros, nos asombra.
 

Su pareja, al otro extremo, comenta: “Por ejemplo, en la depresión, el conocerse a sí mismo es la base de cualquier progreso mental. Inclusive en la depresión hay algo para ti. Estás deprimido, entiendo que es feo, se siente dolor, pero cuidado porque ahí también puede haber algo bueno".
 

Acaso el pasado se revalúa en este siempre presente espacio de sus obras, accidentada o conscientemente. Siempre, no importa su naturaleza, hay una posibilidad.
 

Pues sí, el pasado, como él lo comenta, es la oportunidad del análisis. Y el futuro es esperar que sea lo mejor posible.” Responde Esther.

E: ¿Falta mucho?

J: No, de hecho, esa era nuestra última pregunta.

 

Fin de la entrevista


 -J: Si tuviera que buscar una forma de nombrar el trabajo plástico de Esther, lo definiría como un nuevo humanismo, pero femenino.

A través de su figura como hija, niña, chivo expiatorio, madre y sobre todo como artista, logra reconciliar al hombre con la figura histórica de la mujer en la cultura mexicana. Ya no solo se es ídola, diosa, hechicera o musa, sino que ahora finalmente puede ser ella misma.

Las máscaras de los mexicanos se caen; y junto con ellas los héroes machistas de la revolución, las masculinidades frágiles y el miedo a auto concebirse como mujer en forma y sentimiento. Permitiendo así, que cualquiera pueda identificarse con sus pinturas y decir “esa gorda soy yo”, “me parezco a esa que tiene cara de lagarto” o “esa es mi papá”.